¿De qué hablamos cuando hablamos de amor?
Del amor se dicen muchas cosas. Se dice, por ejemplo, que el amor es ciego, pero esto no es totalmente cierto. Se dice que el amor todo lo puede y que todo lo perdona. En realidad, podemos decir más bien que el amor decide ignorar sus propios errores. Cuando decimos “errores” no nos referimos a las equivocaciones normalmente atribuidas al amor, como perdonar una infidelidad o enamorarse de la persona equivocada. De hecho, estas situaciones son tan comunes que más que errores parecen ser lo normal en las relaciones amorosas.
¿Por qué decimos que el amor es conflictivo y contradictorio? Sobre todo, ¿por qué decimos que el amor decide ignorar sus propios errores? Pues ese es el meollo del asunto. Cuando nos enamoramos, cometemos un error de atribución: pensamos que el sentimiento de euforia es provocado por las características de la persona amada. Es decir, asumimos que estamos enamorados porque la otra persona es “muy inteligente”, “es hermosa” o cualquier característica que nos parezca atractiva y digna de aprecio. Pero no hay nada más lejos de la realidad.
De hecho, este sentimiento de euforia que se experimenta en los primeros momentos del amor no es otra cosa que un arrebato emocional que no se distingue de otros fenómenos sociales bien conocidos. Es decir, el amor no es un sentimiento personal, aunque se experimente profundamente como propio. De hecho, para que se dé el amor se necesita una combinación varios fenómenos bien conocidos en psicología y sociología. El primero de ellos es la identificación. Esta es un proceso psicológico que consiste en aspirar a ser como el otro. ¿Alguna vez te ha ocurrido a ti, lector, que deseaste ser como tal o cual persona, a verte como ella o lograr lo mismo que ha logrado? Si la respuesta es “si”, felicidades: te has identificado con alguien.
El segundo fenómeno consiste en la disposición a participar conscientemente en un movimiento social. No nos referimos a las huelgas o a las protestas en la calle, sino que un movimiento social es toda forma de relación en la que dos o más personas renuncian a sus deseos individuales para participar en un deseo común.
Emile Durkheim, un sociólogo francés, escribió en alguna ocasión que “el hombre tiene la impresión de estar dominado por fuerzas que no reconoce como suyas, que lo arrastran y que no domina… se siente transportado a un mundo diferente de aquel en el que se desarrolla su existencia privada. La vida en él no es sólo intensa, sino que es cualitativamente diferente… se desinteresa de sí mismo, se olvida de sí mismo, se entrega enteramente a los fines comunes…” ¿Hablaba Durkheim del amor? Pues no, hablaba del espíritu de la Revolución Francesa. Podemos notar que la descripción de otros movimientos sociales no se distingue del sentimiento de amor.
¿Entendemos el error que oculta el amor? Es fácil: lo experimentamos como algo profundamente personal, pero su origen es indiscutiblemente social. Al amor es el producto de una disposición a ser como el otro, tomar su imagen e imaginarla como un ideal. Al mismo tiempo, pretendemos abandonar nuestros propios deseos para entregarnos totalmente al otro. El error consiste en atribuir a la persona amada el origen de nuestra disposición a abandonarnos a su deseo.
Obviamente, no se trata de abandonar la idea de enamorarnos. Se trata de entender que aún un sentimiento tan misterioso y avasallador tiene sus peculiaridades. Por eso decimos: el amor no es ciego, sólo se permite ignorar sus propios errores.
Bibliografía
Alberoni, Alberto (1992) El vuelo nupcial. España: Gedisa.
Alberoni, Alberto (2002) Enamoramiento y amor. España: Gedisa
Bauman, Zygmunt (2006) “Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos” México: Fondo de Cultura Económica.