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Hipnoterapia Ericksoniana

Hipnoterapia Ericksoniana

En el estudio de la hipnosis existen diversas escuelas formativas y por ello encontramos muy variadas opiniones para definir y acercamos a una comprensión, de más aceptación general, sobre este fenómeno. Dentro de esa gama de diversidad, la Hipnoterapia Ericksoniana, el enfoque de Hipnosis desarrollado por el Dr. Milton H. Erickson es considerado hoy día una de las aportaciones más innovadoras para el logro de objetivos terapéuticos.

En el enfoque Ericksoniano podemos definir la Hipnosis como un enfoque muy centrado de atención en lo inmediatamente relevante. Este es un constructo bastante útil para entender mejor el fenómeno hipnótico. Siguiendo tal conceptualización, cuando nos encontramos absortos, con un grado de atención total en alguna actividad o estimulo, como una plática de sumo interés o un programa televisivo, o simplemente estar un buen rato “viendo hacia la nada”, estamos vivenciando lo que Erickson definía “un trance común de todos los días”.

En los ejemplos precedentes se encuentra la característica de un enfoque muy centrado de atención.

Pero hay algo más: Bajo esos breves momentos, auténticos estados alterados de conciencia, experimentamos una serie de fenómenos especiales que reciben el término de “fenómenos hipnóticos”. Ciertamente, cuando nos encontrarnos en semejantes períodos, dejamos de percibir conscientemente algunos elementos de la realidad, por ejemplo la voz de alguien llamandonos por nuestro nombre (concepto técnico denominado “alucinación auditiva negativa”), ó alterar la percepción del tiempo (fenómeno hipnótico designado como “distorsión del tiempos”).

De estos sencillos ejemplos se desprende que cualquiera de nosotros entramos y salimos de estados de trance hipnótico de forma natural, incluso varias veces en un mismo día, aún cuando popularmente esos periodos no reciben tal nombre. En otras palabras, el trance hipnótico es una respuesta completamente natural de nuestro organismo, aunque, por supuesto, existen diferentes grados de profundidad del mismo.

En la terapéutica, tal precepto es empleado junto a una presuposición básica y fascinante: Cualquier persona cuenta en su interior con una historia, por mínima que sea, de saber desempeñarse adecuadamente en relación a una problemática con que se enfrente en cierto momento de su vida.

Así , el Terapeuta Ericksoniano se interesa en facilitar al paciente:

1) El acceso a una estado hipnótico (aún ligero)
2) Auxiliarlo en un proceso de búsqueda interna que lo lleve a encontrar, por sí mismo y de manera más rápida posible, un desempeño más acorde con sus metas escenciales de vida, confiando siempre en las capacidades que éste tiene.

El proceso hipnioterapéutico ericksoniano constituye un auténtico sistema de terapia breve. Actualmente, cuenta con una gran diversidad de estrategias de intervención que buscan alcanzar rápidamente los objetivos del cliente.

Durante todo un artístico y respetuoso proceso, se espera desarrollar y utilizar estados de trance a fin de tener acceso a potenciales inconscientes y transferirlos a cualquier área para que permitan a la gente llevar una mayor satisfacción y funcionalidad, así como un mejor estilo de vida.

Se respeta la individualidad de cada problemática y cada individuo como entidades únicas y por tanto no se manejan, ni se recomienda, el uso de “fórmulas”, ni hipotéticas teorías preconcebidas sobre el ser humano: Más que adaptar al paciente a un modelo aprendido por el terapeuta, es tarea de éste último adaptarse al estilo de cada individuo, encontrarlo en su propio marco de refencia y ayudarlo a lograr sus metas terapéuticas.

Dentro de la amplitud de estratagias alternativas típicas de éste enfoque, la comunicación de múltiples niveles de significado (que comprende la construcción y uso de métaforas y anécdotas entre otras técnicas) constituye una herramienta que conviene aprender a cualquier terapeuta. A través de este patrón de comunicación hipnótica podemos ayudar a que el paciente accese una información en forma un tanto más inconsciente, de manera elegante y sutil.

Quiero terminar este escrito con un ejemplo de esta herramienta de intervención y ello lo ilustra el siguiente pequeño cuento:

Un poderoso Rey decía padecer una extraña sensación de sed insaciable. Sus médicos personales sugirieron que debía beber el jugo de ciertas plantas. Como el Rey no mejoraba, pensaron que debía tomar agua de rosas y toda clase de aguas perfumadas, sin ningún logro positivo. Decidieron que el Rey bebiera ciertos vinos exóticos, pero los resultados eran los mismos. Un hombre al que muchos consideraban sabio fue invitado a resolver el problema. Se presentó ante la corte Real y dijo que, en su opinión, todo lo que su Majestad necesitaba era simple agua pura y crisitalina. Tanto los médicos como el Rey se sintieron ofendidos por semejante diagnóstico, argumentando que era imposible que una persona de la Realeza tuviera que rebajarse a beber una sustancia tan común y corriente a la que cualquier plebeyo tenía acceso. Desde entonces, por decreto del mismo rey, quien poco tiempo después murió, aquel hombre era llamado por todos: “el idiota”.

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